LUIS ÁNGEL GONZÁLEZ MACCHI



Biografía
Hijo de Saúl González Insfrán, quien durante 16 años fuera ministro de Justicia y Trabajo del presidente Alfredo Stroessner, Luis Ángel González Macchi, nacido el 13 de diciembre de 1947, realizó sus estudios en Asunción, hasta formarse como abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción. Durante su juventud dedicó parte de su tiempo al básquetbol, llegando a integrar inclusive el seleccionado nacional debido a sus dotes deportivos. De esa experiencia quedaron relaciones que con el tiempo serían importantes, inclusive con personajes que después vendrían a ser relevantes dirigentes de oposición.
Aprovechando la privilegiada posición ocupada por el padre en tiempos de Stroessner, entre los años 1970 y 1979 hizo varios viajes a países europeos para asistir a cursos y seminarios. Así, visitó España, primero, y luego Italia, Alemania, Gran Bretaña, Suiza y Portugal.
Gracias al apoyo que el padre le otorgó como titular de la cartera de Justicia y Trabajo, Luis Ángel González Macchi asumió la dirección del Servicio Nacional de Promoción Profesional, SNPP, que era una repartición dependiente del Ministerio de Justicia y Trabajo y tenía como función principal impartir cursos de capacitación de mano de obra en diversas áreas.
Luis Ángel González Macchi en su juventud fue acreedor directo de todas las ventajas de tener a su padre en el gobierno de Stroessner.
Se afilió tempranamente al Partido Colorado, pero no realizó trabajos partidarios siendo joven. Trató de hacer carrera en la administración pública, fortaleciendo su capacitación en manejo de recursos humanos. Su paso por el Servicio Nacional de Promoción Profesional, sin embargo, no arrojó resultado destacable alguno.
Presidencia
Como presidente del Senado, González Macchi asumió el gobierno el 29 de marzo de 1999, seis días después del asesinato del vicepresidente Luis María Argaña y la subsecuente renuncia del presidente Raúl Cubas Grau, entre acusaciones de asesinato en el que estuvo involucrado en el propio partido de Cubas. De conformidad a la Constitución vigente, debió completar el quinquenio para el cual fue elegido el presidente Cubas, debiendo completar dicho período que concluyó en agosto de 2003.
Como Presidente, González Macchi intentó formar un Gobierno de coalición para motivar la cooperación dentro del Paraguay y reparar la economía que fue dañada por la crisis política. La coalición no duró mucho, porque el Partido Liberal Radical Auténtico abandonó la coalición en el 2000, dejando a él sin una mayoría en el legislativo. González Macchi se volvió como nunca más impopular porque la economía decayó más y encontró a la legislación muy difícil por que pocos legisladores votarían en los proyectos de ley que impulsó. En el 2000, hubo un intento de golpe de Estado y un intento de destitución en su contra en el 2001, pero ambos fallaron. González Macchi fue capaz de mantener su gobierno hasta las elecciones del 2003, en las cuales Nicanor Duarte Frutos ganó. González dejó el gobierno el 15 de agosto de 2003.
Su mandato se vio caracterizado por un extremo grado de incompetencia a todos los niveles, además de graves denuncias de malos manejos y corrupción, tales como la posesión de un automóvil robado en el Brasil, y desvíos de fondos del seguro social y del Banco Central. Fue imputado en una causa por desvío de millones de dólares de fondos públicos remitidos a Estados Unidos.
Los 16 millones de dólares desviados para inversiones personales, que ya fueron recuperados en parte por el Estado paraguayo gracias a un fallo de un tribunal de Estados Unidos emitido en 2006, son fondos de los bancos privados Unión y Paraguayo Oriental, que fueron intervenidos y declarados en quiebra por el Banco Central del Paraguay.
El juicio oral público inició el 8 de mayo de 2006. También se le imputó el presunto origen ilegítimo de fondos depositados en una cuenta numerada en Suiza, fue condenado a 6 años de prisión pero luego apeló la sentencia y quedó impune de todos los delitos cometidos durante su presidencia.
Obras y acontecimientos resaltantes
Ø Formación de un Gobierno denominado Unidad Nacional
Pocas veces en la historia paraguaya se dio una ocasión tan propicia para un gobierno de unidad nacional que pusiera un proyecto de país por encima de hegemonías partidarias, ambiciones personales y consideraciones crematísticas. Esta magnífica oportunidad, sin embargo fue tristemente dilapidada. El nuevo gobierno emergió como un gigante con pies de barro: contaba con el apoyo mayoritario de la población y el respaldo de más de dos tercios del Congreso, pero, al no ser producto de unos comicios, la mayoría parlamentaria corría el riesgo de diluirse con la misma rapidez con la que se había formado. La cláusula de acefalía presidencial estipulaba para el caso una línea de sucesión y no la elección de un sucesor. Sin embargo, para el caso de acefalía vicepresidencial en los primeros tres años de mandato, sí contemplaba la elección de un sucesor. Resultó electo Julio César Franco.
La política oficial que apostaba a la unión de los tres principales partidos políticos del país en el gobierno, hizo agua rápidamente. El Partido Liberal, disconforme con su cuota, amenazó con retirarse desde el mes de abril de 1999, y después del fracaso de las negociaciones de noviembre y diciembre de ese mismo año, cuando el gobierno dijo NO a los 40% del gobierno que reclamaba el Partido Liberal, se oficializó la ruptura el 6 de febrero del 2000. El Encuentro Nacional, cuya debilidad extrema se había puesto de manifiesto tanto en las municipales de 1996 como en las nacionales de 1998, pasó a constituir un apéndice de Reconciliación Colorada, con la sola finalidad de otorgar un "maquillaje" de pluralidad al gobierno.
El plan de Reconciliación Colorada era repartir la torta, bajo su hegemonía, y convocar a elecciones para vicepresidente sobre la base de un candidato de consenso. Los liberales reclamaron la indicación del candidato, pero no hubo acuerdo, pues los colorados argumentaron que el partido había ganado las elecciones de 1998 y correspondía a un colorado el lugar. Ahí fue que los liberales condicionaron su apoyo a los 40%, punto sobre el cual tampoco hubo acuerdo.
En menos de un año, la credibilidad del "Gobierno de Unidad Nacional" se arrastraba por el subsuelo de la República. Los resultados de las mediciones eran contundentes: 7 de cada 10 paraguayos consideraban mala la gestión de González Macchi.
A un año de mandato, en marzo del 2003 se organizaron masivas movilizaciones campesinas para protestar por el deteriorado estado en que se encontraba el país.
Ø Crisis generalizada
El país funciona inercialmente, sin Norte y sin brújula; sin plan de vuelo y sin piloto, hundiéndose en un estado de miseria, de corrupción, de atraso y de construcción de nuevas deformaciones. De acuerdo con referentes de la Iglesia, "el país está en manos de grupos mafiosos".
El principal programa del gobierno es "la Reforma del Estado", equivalente a privatización de las empresas públicas, achicamiento del Estado y flexibilización de las relaciones laborales. Todo intento que se ha hecho en esa dirección, sin embargo, ha encontrado trabas insalvables, ya sea en el Congreso, ya sea en el partido de gobierno, ya sea en la sociedad, sobre todo a través de los sindicatos de los trabajadores de las empresas públicas y los sectores campesinos organizados.
Se trata, no obstante, de un programa impuesto al país, que se trazó y se trata de implementar sin calentar sí es eso o no lo que el país precisa.
La realidad del gobierno González Macchi puede resumirse de la siguiente manera, sin exagerar:
- se reprime igual que en tiempos de Stroessner (Casi dos decenas de muertes en menos de dos años, apaleamientos y casos de tortura),
- se trabaja menos a escala gubernamental que en tiempos de Rodríguez,
- se roba más y hay mayor inestabilidad que en tiempos de Wasmosy, y
- se manosea más a las instituciones que en tiempos de Cubas Grau.

Ø El desmantelamiento del cuartel de la Caballería, ubicado en Campo Grande, tras un intento de golpe de Estado el 19 de mayo del 2000.
Apenas un poco más de un mes y medio después de las movilizaciones de marzo, entre el 18 y el 19 de mayo, se produjo un intento de golpe de Estado, con la participación activa de militares retirados, policías en actividad y algunos civiles, entre quienes se destacaba Hermes "Rambo" Saguier, dirigente liberal.
Los alzados tomaron la Primera División de Caballería, en Campo Grande, el Segundo Regimiento de Caballería, cuerpo blindado de Cerrito, el local de la Fuerza de Operaciones Policiales Especiales, FOPE, y la Comandancia General de la Policía Nacional, en Asunción.
Los sucesos fueron transmitidos en directo por la televisión y las emisoras radiales. Uno de los tanques que se encontraba frente a la sede del Congreso Nacional -donde estaban unos pocos parlamentarios y dirigentes políticos-realizó un disparo en la parte superior del edificio, provocando un pánico pasajero.
Luego de disparar contra el Congreso, los tanques se retiraron, presuntamente con la intención de prestar apoyo a los tanques que ya habían salido del Segundo Regimiento de Caballería, en Cerrito, dirigiéndose hacia la capital. Dichos tanques fueron bloqueados por camiones y tractores militares en Puente Remanso. Los alzados habían tomado, también, los locales de algunos medios de comunicación: Radio Cardinal y Canal 13, así como la Radio 970, desde donde el coronel retirado Fernando Ugarte leyó la proclama del "Movimiento Fulgencio Yegros", que se hizo responsable del levantamiento.
La Fuerza Aérea puso algunos aviones artillados en el aire, sobrevolando las unidades ocupadas por los rebeldes. Amenazando con lanzar bombas contra los tanques, los que dirigían la operación disuasiva de la Aeronáutica pedían ayuda a los periodistas - al aire, públicamente, en entrevistas por radio y televisión- para localizar la posición exacta de los tanques rebeldes.
En el marco del levantamiento, sobre todo los políticos trataron de erigirse en comandantes militares. En reiteradas llamadas telefónicas, Juan Carlos Galaverna y algunos ministros, presionaban por una reacción más fuerte de las fuerzas militares que se mantenían leales al gobierno.
Los jefes militares no cedieron ante las presiones y todos sus movimientos fueron de carácter preventivo y disuasivo. Así, oficiales de la Marina cercaron el Congreso, armados con granadas anti-tanques. E incluso después de que uno de los tanques haya disparado contra el Congreso, los mismos no reaccionaron; prudente determinación, por cierto, pues un enfrentamiento directo iría a concluir inevitablemente en una tragedia.
Los aviones tenían expresas instrucciones para no lanzar ningún disparo de bomba, sobrevolando las regiones conflictivas y los desplazamientos de las fuerzas rebeldes, de manera a disuadirlas. Otras medidas tuvieron el mismo sentido, como trasladar vehículos militares pesados: camiones y tractores, para impedir la entrada de tanques de Cerrito a Asunción.
Cuando el jefe del Comando Sur de los Estados Unidos se comunicó con los responsables militares de la defensa del gobierno de González Macchi, anunció que estaba todo dispuesto para intervenir. Sería cuestión de minutos, pero desde el Paraguay se les convenció de que era innecesaria cualquier intervención externa, pues localmente se podía controlar la situación.
Después, todo pareció una parodia:
-        las unidades policiales fueron rápidamente recuperadas, y
-        los que habían tomado la Primera División de Caballería y el Segundo Regimiento de Caballería se entregaron.
El alzamiento fue rápidamente controlado. La nota más llamativa de este episodio fue aportada por la total indiferencia con que reaccionó la población, pese a los llamados insistentes de "defender las instituciones democráticas".
Ø Terrorismo de Estado
El secuestro de dos dirigentes de izquierda: Juan Arrom y Anuncio Martí, quienes fueron mantenidos en cautiverio durante dos semanas, desde el 15 de enero del 2002, terminó en una crisis política de alto poder destructivo.
El Partido Colorado, ya presidido por Nicanor Duarte Frutos presionó por la destitución de los ministros Julio César Fanego, del Interior, y Silvio Ferreira, de Justicia y Trabajo. Se concedió. También se cambió al titular de la Policía Nacional, comisario Blas Chamorro, y al jefe de Investigación de Delitos, Roberto González Cuquejo.
El hecho era grave, pues se había comprobado que los dirigentes de izquierda habían sido secuestrados por agentes de investigación judicial, policías y militares, con conocimiento pleno de fiscales y ministros del Poder Ejecutivo. Terrorismo de Estado, sin sombra de dudas.

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